No aprendemos, o quizás, no queremos aprender.

    Tras el terrible atentado de Manchester, lo peor de la profesión de Community Manager y del periodismo ha aflorado con pasmosa naturalidad, lo que delata el pésimo estado de ambas profesiones, íntimamente relacionados, y la necesidad de una ética de la profesión.

    El atentado, sucedido en un concierto de Ariana Grande ha originado un sinfín de artículos clickbait en los que se analiza cualquier aspecto que roce a la estrella adolescente de la música.

    Sin ir más lejos, el otrora diario de referencia en España, El País, lleva ya dos artículos analizando la figura de Ariana Grande. ¿Era necesario analizar de forma tan exhaustiva su figura? ¿Tenía tanta relevancia informativa? Probablemente hubieran lectores interesados en el perfil de la cantante, pero lo que es seguro que esas dos palabras clave atraen en estos trágicos momentos miles de clics hacia una publicación que va perdiendo lectores en cada recuento oficial desde hace varios años.

    No ha sido la única actuación bochornosa en la red. En relación a los atentados, cabe destacar también el tweet escrito por Antena3 noticias, con una clarísima intención Clickbait, que pasó por encima del servicio público en que debería convertirse en momentos de emergencia.

    Y si es difícil ver en los medios generalistas el respeto y la ética necesarias para el tratamiento  de una noticia de tal calibre, ¿qué no sucederá en medios de tono rosa o amarillista? Un buen mal ejemplo es el tweet de Telva, que disimuló muy poco su aprovechamiento de una tendencia en la red.

    Y es que, la ceguera de las tendencias está conduciendo a determinados profesionales al despropósito. Una cosa es una presencia digital capaz de entender una tendencia y sacarle provecho con creatividad y oportunismo. Otra, hacerlo a toda costa. Ni siquiera, en casos como el de Telva, tiene mucho sentido emitir disculpas. Más allá de retirar el tweet no hay el más mínimo de catadura moral. No se trata de un descuido o de un error, es, simplemente, una manera de actuar.

    Sobre ello, la actuación de David Leavitt es paradigmática, el colaborador de CBS se quedó a gusto con el siguiente tweet: “Múltiples víctimas confirmadas en el Manchester Arena. La última vez que escuché a Ariana Grande, yo casi muero también”. 

    Pero la clave no fue su desafortunado tweet, sino la explicación del mismo, que desvela una tendencia ciertamente preocupante en la profesión: «Perdón por ofender. No era consciente de la magnitud de la tragedia. Siempre hago bromas estúpidas sobre cualquier cosa que es tendencia”.

    La droga virtual del presente digital genera adictos y se llama así: Tendencias.

    Si bien los medios deben ser inteligentes en su gestión, si enfocas tus esfuerzos solo en marcar tendencias y no en generar valor respecto a tus contenidos, puedes acabar como David Leavitt, convertido en un cazatendencias sin escrúpulos.

    Así es la gráfica de tendencias con las palabras Ariana Grande en España durante los últimos días.

     

    Y hay más, al margen de generar un sinfín de notas relacionadas, ayer un hilo de tweets de una superviviente del atentado de Manchester alertaba sobre las prácticas que, entre bambalinas, realizan algunos periodistas.  Acoso y derribo en pos del sensacionalismo. Primero la audiencia, luego las personas.

    Hay mucho más y seguro que están por llegar nuevos y denigrantes episodios. No estaría mal que el tratamiento de esta noticia nos lleve a un debate profundo sobre el devenir del periodismo y el community management, y su relación con las tendencias informativas.  Porque en términos comunicativos, no todo vale, porque nos debemos un debate serio que ponga sobre la mesa una necesidad primordial: establecer una ética digital de carácter universal. 

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      Escritor y Social Media Manager. Ha escrito el libro Yo, precario (Libros del Lince 2013), Juan sin miedo (Alkibla 2015), Hijos del Sur (Tierra de Nadie 2016) y SOS (2018). Ha sido traducido al griego y al alemán. En 2014, creó La Réplica, periodismo incómodo.